No necesariamente la muerte es una despedida - Jairo Anibal Niño

No necesariamente la muerte es una despedida. 

Alejandra Niño, el 29 de agosto, me contaba que en las culturas occidentales no hemos logrado entender que la muerte es solo un paso más en el proceso de la vida, que no hemos aprendido a prepararnos para ese tránsito y que no solo lo hacemos doloroso para quienes debemos despedirnos, sino que por lo mismo no facilitamos a quien se despide de este espacio físico su tránsito hacia su otro estado. Eran palabras tan tranquilas y calmas que no parecían proceder, desde mi ‘corto’ pensamiento terrestre y occidental, de una mujer que me estaba contando que su padre estaba agonizante.

- Voy a hablar con Laura, con la niña con la que íbamos a realizar el homenaje, anunciaré para que la gente ore por el bienestar de Jairo Anibal, de corazón es lo único que creo que podremos hacer ahora. ¿Alejandra, crees que podría estar con ustedes ahora y acompañarles en la clínica?    
- Si puedes claro, sería un gusto. Muchas gracias por estar pendiente de mi papá.

Yo no podía creerlo… lloraba con el dolor de pensar en una despedida que aún me ‘da guayabo’. 

Apenas ocho días antes, José Luis Peñarredonda, @noalsilencio, me había escrito por twitter que en el periódico donde trabaja acaban de solicitarle a un compañero suyo hacer la necrofilia de Jairo Anibal.

- Te aviso porque sé que eres muy cercana y que lo aprecias mucho.
- ¿Una qué? ¿Qué es eso?
- Es una nota que hacen con la biografia de alguien. Eso solo lo mandan a hacer cuando la persona ya está agonizando o ha fallecido. ¿No sabes nada?
- No ni idea. Pero ya me pongo a buscar entre mis agendas a ver si encuentro el número de la casa. Gracias!!!

Jairo Anibal, un ser humano “maravilloso”  

- Alo
- Alo, buenos días. Disculpe. Estoy verificando si esa es la casa de Jairo Anibal Niño. Tengo este teléfono anotado desde hace muchos años, y necesito comunicarme con él o con su familia. 
- Si, esta es la casa. Habla con Paula, hija del maestro. 

No podía creerlo. Paula Niño Morales, la misma de - Paula, sabes… yo también tengo una hija que se llama Paula, y le respondía Paula - siiii ya se. Veinticinco años desde que me leí por primera vez “Y el niño abrió los ojos y lo primero que vio fue el plumón azul cobalto del pecho del pájaro tente” venía a entrar en contacto con el mundo interno del hombre más “maravilloso”, junto con mi papá, que he tenido el honor de conocer en mi vida. 

Tengo la plena seguridad de saber que Jairo Anibal Niño es el hombre más “maravilloso” que ha cruzado el planeta tierra. Maravilloso en todo el sentido de la palabra. Un ser humano que estaba lleno de todas las maravillas posibles, no había segundo junto a él que no reconocieras en ti la posibilidad de ser una persona feliz, no había segundo junto a él donde no te sintieras con la capacidad de hacer realidad tus propios sueños, no había segundo junto a él donde tu entendieras la labor que vienes a cumplir en este planeta: hacer felices a las demás personas que te rondean, disfrutando con la felicidad de la infancia, entendiendo que no solo es importante no perder nuestro corazón de niña o de niño, sino haciendo felices a cada niña y cada niño que la vida nos da el privilegio de que cruce nuestro camino. 

¿Cómo conocí al hombre más “maravilloso” del planeta tierra? 

La primera vez que tuve el honor de estar cerca del maestro fue el momento más mágico que he vivido en la vida, y lo viví con fortuna con quien ha llenado de magia mi vida: Mi hija. 

En 1999 haciendo una serie especial sobre los derechos de niñas y niños para “Urgencias”, magazín de salud que produje para Iberpress durante dos años y que se emitía en Señal Colombia,  en Colsubsidio, una de las entidades que produjo el material sobre el que me estaba basando para la serie, me dieron un listado de personas para entrevistar y que creían que podrían ser fuente pertinente para mi trabajo. En la lista, además de médic@s, pediatras, sicólog@s, educador@s, estaban dos de los hombres que han marcado mi vida: Antanas Mockus y Jairo Anibal Niño. A Antanas lo entrevisté en su apartamento en la Macarena; Laima estaba pequeña; junto con Adriana irradiaban todo ‘su espíritu’ en un apartamento que los describía como familia. De Antanas ya “habla” literalmente mucho mi blog… así que no adentraré más en mis recuerdos del día en que conocí a la persona que quiero que sea presidente de Colombia. 

Finalmente, dejé a Jairo Anibal para el final de la serie, cuando lo llamé… creo que tenía mariposas en el alma que se me salían en la voz. Jairo Anibal propuso que hiciéramos la nota en su casa en Tenjo, - ¿pueden venir hasta acá? – claro que sí maestro, con gusto realizaremos el informe en su casa.  El día de la entrevista no programé nada más; Paula no fue al colegio y mi hermana no fue a la universidad. Nos montamos las tres en el carro de Germán, el mejor amigo de mi jefe, junto con el camarógrafo y el asistente. Aunque el plan sonaba a paseo… nosotras tres parecíamos “novias camino al altar”… bueno la verdad Paula no tanto, estaba muy chiquita y si tenía ansiedad pero solo después de muchos años aprendió lo que le marcó ese día. 

Confieso que poco conozco de Cundinamarca, a decir verdad aunque he viajado por Colombia, poco conozco de mi país como para hablar de cada palmo de paisajes que nos llenan la vista; seguimos todas las indicaciones de acuerdo a la descripción que Jairo Anibal nos había dado para llegar a su casa. Cuando llegamos a la zona, y volví a llamarlo, nos dimos cuenta que nos habíamos pasado y de regreso lo vi por primera vez; al lado del camino, frente a una reja de lo más común y corriente posible, estaba él, enruanado… como siempre ha salido con las fotografías… pocas imágenes de él he visto cuando era ‘joven’ en su físico, siempre… desde siempre su imagen para mi fue la misma… la de un abuelo, un hombre canoso, de gafas, con su chaleco bajo la chaqueta de paño, cuando lo veía en la Feria, o con su vestido blanco en ocasiones especiales. 

La casa de Jairo Anibal no podía ser más de ensueño, no puede ser más de ensueño. Estaba solo. Y nos hizo el tour respectivo. El espacio en general, alrededor de la casa, le permitía una panorámica del valle de Tenjo, desde allí podía – ver las naves espaciales cuando venían a visitar -. Pensándolo bien ahora entiendo tantos avistamientos en esa zona, nuestro astronauta mayor estaba en contacto con quiens acompañaban su viaje estelar. 

La casa, casa… era una construcción pequeña, y muy modesta para lo que vimos en la zona. Toda blanca y de techos azules, marcos de las ventanas azules, puerta azul. Casa de campo, casa del Valle de Tenjo que se camuflaba bajo los árboles que le hacían sombra. Al ingresar… definitivamente “El nido más bello del mundo”, la casa de un solo ambiente no tenía puertas en su interior…es decir, la única puerta en toda la casa era la puerta de la entrada. La distribución del espacio permitía que al ingresar en un pequeño hall se viera a mano izquierda, una biblioteca llena de libros, muchos muchos muchos muchos libros y espacios donde se mantenían de pie muchos bastones y a mano derecha, la sala, el comedor y el muro hacia la cocina; adjunto a la biblioteca, ingresando hacia el fondo quedaba la habitación y el baño, el único baño que tampoco tenía puerta; de igual manera, la ingresar al comedor, hacia el fondo estaba la cocina, que me recuerda mucho a la cocina de mi abuela por su ambiente. 

Estuvimos toda la tarde con él. Grabamos casi 4 horas de entrevista (que tristemente en alguna confusión en mi oficina nunca pude recuperar en el original… algún día iré a esculcar los archivos de Señal Colombia para al menos tener para mis recuerdos la edición montada). No sabíamos cuál de las seis personas que estábamos se llenaba más con las palabras de Jairo Anibal, no perdíamos atención a cada palabra, a cada gesto, a cada historia sobre los libros de ‘La Alegria de querer’ que estaban traducidos en muchos idiomas y que cada versión que nos mostraba era un orgullo impresionante. Vimos La Alegria de querer publicada en braile, uno de sus mayores tesoros. También nos contó la historia de cada bastón que guardaba y que se convirtieron en el hilo conductor para que nos contara sus viajes. Once años después y todavía se me ponen los ojos aguados al recordar la emoción que vivimos ese día. 

Con Paula con frecuencia recordamos cuando nos contó sobre la Changua, que a él le encantaba primero porque tenía nombre de mujer, y segundo, porque cuando a un niño le sirven la changua al desayuno, el comienza el día pensando como las naves espaciales del pan tienen una guerra estelar con el cilantro picado en medio de un plato de leche.

Ese día ha sido sin lugar a dudas el día más maravilloso de mi carrera profesional, ser periodista me dio el privilegio de estar sentada con él, en su biblioteca, entrevistándolo, absorta escuchándolo hablar, maravillada con la construcción especial que hizo para mi serie. Más allá de los derechos de las niñas y los niños, como aparecen en la declaración universal, Jairo Anibal Niño expuso en su casa el Derecho a la creatividad. Pero más allá, porque ese día Jairo Anibal me dio la lección más importante como mamá: 

- Paula ¿tu mamá te deja faltar al colegio? 
- MMMM – Paula giró a mirarme como para ver qué decía (en esa época aún era prudente… jajajaj…)
Jairo Anibal volteó a mirarme y me dijo:
- Así como los adultos muchas veces se enferman porque no quieren ir a trabajar o llaman a decir alguna excusa en el trabajo porque están muy cansados, las niñas y los niños tienen derecho de no ir a la escuela si no quieren. El día en que Paula se despierte en la mañana y te diga que no quiere ir a estudiar, no la obligues a ir. A la escuela se va por placer, porque se quiere ir, no por obligación. 
Desde entonces mi hija nunca ha ido por obligación al colegio. En todos los colegios han tenido que acostumbrarse a nosotras, ya no nos piden excusa médica, simplemente o llaman o llamo para avisar que Paula se quedó en casa. 

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