2023: El año de la CUIDANZA
Qué año...
Qué 2022...
Qué montaña rusa...
Qué euforia de las alegrías, qué dolor profundo de las tristezas...
Qué año.
No podría cerrar este 2022 sin agradecer en el alma los lugares, los momentos y las personas con las que estoy.
Este año maravilloso me permitió tener a mi papá y a mi mamá en casa mexicana por tres meses. Disfrutarles infinito luego de dos años sin verles, sin abrazarles, y tenerlos conmigo en el mismo espacio físico para cuidarnos y apapacharnos.
Soy una bendecida de la vida porque este año me permitió encontrar un nuevo lugar de cuidados, #CasaVerdeRose en nueva versión, un espacio más mío, más tranquilo, más pequeño, más calmo. Llevo 6 meses aprendiendo de nuevos amaneceres, de nuevos sonidos, de un nuevo vecindario. Explorando hacer queso con la leche de mi vaca vecina; escuchando al caballo en las madrugadas; a las gallinas y los gallos que se suben a los árboles; viendo tarántulas, alacranes, vinchucas, saltamontes, grillos, hormigas en todos los tamaños; salvando sapos para protegerlos de McQueen y para proteger a McQueen y a Zeus de la baba de los sapos; disfrutando de una variedad de pájaros que viven en el espacio donde me refugio ahora; amando los amaneceres atrás del amate y abrazando los atardeceres desde la planta alta.
Un bendecido año que me trajo la oportunidad de seguir aprendiéndome en los tejidos profesionales. Llegar a Amnistía Internacional en las Américas para poner al servicio de la región lo mejor de mí, el qué hacer de #LaAraña, los años de experiencias y construcción colectiva. De estudiar de nuevo con mis redes feministas, con mis redes de afectos. De seguir haciendo consultoría y asesoría en los tejidos de comunicación.
Pero sin lugar a dudas, el 2022 nos atravesó la vida como familia. Tuvimos el privilegio de amar intensamente a nuestra Rosita chiquita, nuestra Abril de diciembre. Nuestra pinguinita que se adelantó a llegar en el 2021. Que llenó la vida de las y los Parra Lozano profunda e intensamente. Que volvió a activar la abuelitis profunda de mi mamá y mi papá. Que solo pude apretujar una semanita intensa, que solo pude llenar de besos en una semanita intensa en que decidí venir a celebrar el cumpleaños de mi papá. Despedir a la pinguinita a final del año ha sido la situación más dolorosa que hemos tenido que vivir como familia. Agradecer a la vida haberla tenido, acompañar a mi hermano, a Mauro, y a Yenny, en la transición, tratar de consolar a mi mamá y a mi papá, abrazar a la familia materna... sigue siendo un proceso en el que personalmente me siento en el más profundo, íntimo y doloroso aprendizaje.
Qué año... Qué 2022... Qué montaña rusa... Qué euforia de las alegrías, qué dolor profundo de las tristezas...
Qué año.
LA CUIDANZA: Un 2023 centrado en los cuidados, en los afectos.
Desde 2016 que conocí a Antonio Lafuente he seguido con atención sus propuestas de conversación alrededor de los afectos en los espacios de innovación, en los laboratorios ciudadanos, en los procesos de participación ciudadana.
Este 2022 tuve la oportunidad de estudiar con Mauro Gil-Fournier y la primer cohorte de Ecologías Afectivas.
Luego de este 2022 que nos atravesó el alma, convoco a que nuestro 2023 sea el año de la cuidanza. Volver a poner en el centro, en todos los aspectos de nuestras vida, los cuidados; el privilegiar el bien estar, nuestro bien estar y el bien estar de las personas con quienes convivimos en todos los escenarios en los que nos movemos en nuestro día a día.
Desde el inicio de la pandemia, uno de los aspectos en los que muchas personas centramos nuestra acción colectiva estaba en el llamado a la acción de cuidarnos para cuidar a las y los demás, prevenir el COVID, evitar que personas en condición de vulnerabilidad fueran contagiadas, que quienes se contagiaban tuvieran toda la atención necesaria para aliviar, para sanar, para salvar su vida. Mucho se dijo sobre la oportunidad de esa situación crítica de 'subsistencia' de llevarnos a 'un cambio' en cómo vivíamos y transitábamos como humanidad. Y si bien, en muchos espacios, personas, familias, comunidades y organizaciones se generaron transformaciones, en muchos otros no, y este 2022 evidenció muchas veces la dureza de lo que implica una visión egoísta, mercantilista, capitalista, de las relaciones humanas.
Ejercer la cuidanza, empezar por nuestros propios cuidados y afectos, implica transformarnos de una visión individualista a un abordaje sanador de nuestro cuerpo, de nuestra mente, de nuestra alma, de nuestras relaciones. Centrarnos en el bien estar desde impulsar la capacidad de nuestro organismo de mantenerse sano, de fortalecer nuestro sistema inmunológico, de cuidar nuestra mente; de llenar nuestros pulmones de aire sano, de alimentarnos para nutrir nuestro cuerpo y no para saciar nuestros deseos y vicios; de encontrar el placer en un buen sueño, en una buena actividad física, en una acción que demuestre la vitalidad de nuestros huesos, nuestros músculos, nuestras articulaciones. Este espacio íntimo de salud y bien estar de nuestro cuerpo es el único entorno sobre el que tenemos poder desde nuestras acciones y pensamientos. Dos años de aprender de la fibromialgia, luego de mi diagnóstico, me siguen enseñado que aún con las complejidades que implican las enfermedades, el ejercer el control de aspectos que nos ayuden a sentirnos mejor, a impulsar a nuestro cuerpo a estar mejor, son la mayor expresión de autocuidados.
Ser la cuidanza, para y con las personas con quienes convivimos en el día a día en nuestro ámbito familiar y comunitario. Privilegiar el bien estar de las personas a quienes cuidamos y/o de quienes nos cuidan. Ayudar a las personas que están en nuestro espacio a estar sanas, a tener una buena calidad de vida, a ser felices desde el disfrutar de los cuidados y los afectos. Cuidar a nuestra familia desde la conciencia de ayudar en sus propios cuidados, su salud, su bien estar, de impulsar su felicidad.
En mi pueblo, soy una privilegiada de la vida por tener un círculo de cuidados que ve por mí y por la manada. Además de las amigas que Chiconcuac y la añoranza de sus manantiales me trajo a la vida, están las personas que trabajan conmigo y las personas de quienes me volví clienta, la 'guera', la colombiana. Ni extranjera, ni visitante, ni recién llegada. Seguiré honrando el sentido que me han permitido experimentar de estar en un tejido de cuidados comunitario en mi pueblo.
Cuidar para cuidarnos, para que cuiden a otras personas a través de nuestro ser profesional y laboral. El 2022 me dió el privilegio de encontrar en Amnistía Américas un equipo de personas que cuida y se cuida. Transitar este doloroso fin de año como tía, como hermana, hija, cuñada, acompañada por las personas con quienes me encontré para trabajar, ha sido conmovedor, sentido, simbólico, humano. En la vida antes que 'compañeros', colegas, jefes, subalternos, 'competidores', 'clientes', 'beneficiarios'... hay seres humanos que buscan hacer lo mejor siendo lo mejor posible y cuando su bien estar necesita estar acompañado, la cuidanza es un ejercer no solo la solidaridad sino el amor por las personas con quienes tejemos nuestra prosperidad y estabilidad. Que este 2023 retribuyamos los caminos de coincidencia laboral y profesional cuidando a las personas con quienes construimos esos tejidos.
Ser la cuidanza ciudadana, ser la cuidanza en los entornos cívicos, en los lugares públicos; ser la cuidanza de nuestro entorno ambiental, del agua que nos da vida y que recorre los lugares donde vivimos; ser la cuidanza que privilegia lo verde, los árboles, las plantas, la tierra fértil en lugar del cemento, la explotación, la industrialización.
Seamos la cuidanza, más allá del CUIDAR como verbo, ser la CUIDANZA en sustantivo y adjetivo. (Arjoniísticamente hablando) Ser ejemplo de CUIDADO propio, ser CUIDADOS para las personas con quienes convivimos. Crear entornos de CUIDADOS. CUIDAR nuestros entornos. Crear la CUIDANZA propia, familiar, comunitaria, social.
Te amo mi Rosita chiquita, mi Abril de diciembre. En honor de tu paso por nuestra vida mi compromiso de CUIDAR, cuidarme, cuidar a tu familia, cuidar desde el amor que nos diste.
En septiembre 2022, en mi semanita intensa con nuestra pingüinita, me senté un rato a jugar con colores y un libro que recién acababan de regalarme. Tomé la mano de Rosita y le dije que íbamos a empezar a aprender a escribir. Días después caí en un cuenta de la frase que venía en la hoja que había elehido para las bolitas y los palitos: "Disfruta de las pequeñas cosas de la vida; un día mirarás atrás y te darás cuenta de que esas eran las grandes cosas" Kurt Vonnegut. Luego de despedir a la chiquita esta hojita se volvió un tesoro.
Mi nota de cierre del 2017: La PAZ comienza conmigo
Comentarios
Publicar un comentario