Del año de la escucha al año del Kintsugi

Describir con palabras lo que fue este 2020 es un ejercicio interminable y requeriría transitar por diferentes mapas sobrepuestos que relaten los caminos que confluyeron en nuestras almas, en nuestras mentes, en nuestros cuerpos, durante este año. Yo me dejé atravesar por todos los mapas en forma simultánea y tuve días y semanas entre los que transitar de un escenario al otro me resultaba confuso, porque caminaba sobre el mapa de mi alma, con las coordenadas del mapa de mi cuerpo, o dejaba que mi mente recibiera toda la información de los caminos de lo que pasaba en el mundo y explotaba en confusión mandando señales de rutas confusas al alma y al cuerpo. Así, así de enmarañado, de confuso, de perdido, de encontrado, de transitado sobre muchos planos estuvo este 2020, un ejercicio interminable de transitar, al que solo puedo decirle GRACIAS por traerme a este momento, a este lugar, en el que me encuentro y desde donde escribo. 

Hoy escribo desde el Paraíso, en forma literal porque es el nombre de la calle donde ahora vivo y en forma metafórica porque es el lugar que me cobija con todas las maravillas que nos han cuidado durante el segundo semestre del año y en donde me he dedicado a desenmarañar mis mapas y donde la vida me ha puesto para que cuide de mi cuerpo, de mi mente y de mi alma en estos momentos en donde necesito yo pasar al centro y entender cómo mi yo de ahora cruzará por todos los mapas en donde me involucro. 

Este año ha sido para mí un año privilegiado. Pude abrazar a mi familia, estar con mi mamá, mi papá, mi hermana, mis hermanos, mis sobrinas y mi sobrino, abrazar a mi abuela, abrazar a mi hija. Aunque desde febrero no siento los abrazos en físico de todas y todos, llego a este día con el privilegio de abrazarnos con la voz, en las llamadas, en video, de sabernos en este plano y de que hasta hoy ninguna, ninguno, se hubiera infectado por COVID19. 

Este año ha sido para mí un año privilegiado. Trabajé en un espacio afectuoso y con un equipo de personas increíbles que asumieron todos los cambios, con toda la creatividad posible, que actuaron en resiliencia no solo con respuestas específicas ante las circunstancias que se nos presentaron, sino ante los procesos mismos que venían andando. Un equipo que me abrazó, me protegió y permitió que mi yo con mis circunstancias de este año, estuviera cuidado y apoyado. Sin MOVILIZATORIO no me hubiera sido posible llegar hasta el día de hoy, tomar la decisión de venirme al Paraíso y tejer en remoto los procesos que me correspondían. Un equipo maravilloso que fue más resiliente conmigo y que pudo leer y comprender muchas más cosas de las que mi mente estaba leyendo en tiempo real. No alcanzarán las palabras para agradecer… Juliana, Lina, Mariana mi corazón se queda pequeño para reconocer su liderazgo y agradecer su comprensión y ayuda este año; Francisco, sabes bien cuánto agradezco que nos hubiéramos encontrado en este camino. Soni, Héctor, que privilegio decir somos MOVMX. Jaelita, Lina, Maria de los Ángeles, Daniela, Junior, Kike, mi alma les ama infinito, les agradece haber estado conmigo y haber transitado este año poniendo tanto de sí para comprender, para crear, para corregir, mi mente sabe que se quedó pequeña ante las inmensas capacidades que siempre demostraron y que hubieran requerido de mi parte otro tipo de acompañamiento y mi cuerpo, les lleva en el corazón por haber estado siempre cuidándome. Carito, AnaM, Nico, Esteban, José María, Cami, Jesús, Anita, Diani, Vicky...  GRACIAS GRACIAS GRACIAS. A todas y a todos… GRACIAS!!! Son un equipo increíble y es un orgullo inmenso haber transitado este año con ustedes y un privilegio que agradezco con mucho amor. 

Este año ha sido para mí un año privilegiado. Desde el lugar donde me encontraba, acudí a la señal en el cielo que lanzó Raúl desde España, y me subí en el team de aventura de coordinación latinoamericana, con Mauro y Rosa, a la red inmensa de Frena la Curva. Una montaña rusa de emociones, de retos, de tiempo sin dormir, de horas conectadas, de palabras, un tejido de afectos, de poner lo mejor de sí, de fortalecer los lazos de confianza, de recordar la gran ñoñada que son los laboratorios donde nos hemos encontrado, de agradecer infinito aprender con el equipo de innovación de la SEGIB, de MEDIALAB Prado, de abrazarnos ante la incertidumbre, ante el miedo, ante la angustia, de crear ante lo desconocido, de buscar anticiparnos para ayudar, de intensidad, de tiempos que parecen infinitos… que año tan largo cuando uno habla desde las emociones que implicó, porque fue eso, una total montaña rusa cada decisión, cada momento, cada junta, cada palabra no pensada en cuidar de la otra o del otro… cada sensación y sentimiento para sobreponernos y tomar decisiones. Mauro, Rosa, Giovanna, LuisH, Raúl… gracias por todo el cariño… David, Rox, Victor, Mariana, Claudia, Rodo, Celia, Alma, Sofia, Viri, Gonzalo, TODAS las personas de Frena la Curva por favor que si no la nombre es por la cabeza olvidadiza… A TODAS GRACIAS!!! GRACIAS por este tejido. 

Este año ha sido un año privilegiado. Marisol, Fernando, Paty, Rocio, Tere, mi red de personas tejedoras en México, Erick, Marito, Ross, Lore, Berenice, Astrid, Karem, Paola, Nash, Chucho, Alicia, Gaby, Emmanuel… GRACIAS por ser mi familia en México y mi circulo de cuidado en esta tierra… a mi hermana y a mi hija GRACIAS GRACIAS GRACIAS porque cuidaron de mi con todos mis detalles de este año que me revolcó y paró de cabeza mi cuerpo físico, mi yo mental y transformó mi yo espiritual… sin este tejido de cuidados y el contar con los médicos que me están ayudando a sanar en este camino no hubiera sido posible que mi YO entendiera lo que le pasaba y que decidiera y asumiera que debía cuidarse y ponerse en el centro de su atención. 

Este año ha sido un año privilegiado. Llegamos al Paraíso. Y a Adriana, Edith y Gabriela, a Abigail, las incluyo en este escrito de agradecimiento porque confiaron en nosotras y nos permitieron entrar a la casa de la familia, al Paraíso. Por Roberta y por Juan que cuidan de nosotras en la casa y que nos han venido conociendo junto a nuestros nietos, doy gracias también. Gracias al pueblito :) a Chinconcuac bonito, a Doris, al señor de la tienda, a la comunidad bonita del centro con la que me saludo cuando salimos al mercado; gracias hasta a los señores de los caballos, que me hacen recordar que salí de chilangolandia a un espacio para los cuidados.

Este año ha sido un año privilegiado. Me puso a mí en el centro, me hizo recorrer mis miedos, me llevó a llorar las distancias, me enfrentó con mis propias angustias, y con todo y lo que pasó dentro mío, hoy estoy aquí, sana dentro de lo que se puede, de pie y completa para cuidarme más y centrarme en el espacio de los afectos que debo construir para mí, para mi familia, para mis comunidades, para mis tejidos, para mis conexiones vitales. Este año recorrí la ansiedad y la depresión en cuerpo propio y el trasegar de los meses me llevó a entender y enfrentar el diagnóstico de un proceso que me acompañará toda la vida y que debo asumir poniéndome en el centro. Aprendí qué la fibromialgia existe y cómo se manifiesta y he venido entiendo qué debo hacer para estar sana y seguir tejiendo. Además, el 22 de noviembre tuve que someterme a una cirugía bilateral de cataratas y, solo hasta estos días de diciembre en que el postoperatorio va quedando atrás, he entendido cómo me estaba afectando y cómo se combinaba con los otros escenarios de salud sobre los que estaba transitando. Y pa’cerrar, tendré que retomar y asumir hábitos más saludables para detener el avance de la artrosis en mis rodillas que complementó el cuadro de mi cuerpo físico y mental del 2020. 

Cuando escribí mi nota para este año, nunca pensé que esa manifestación del año de la Escucha se convertiría en ese llamado tan profundo desde la ruptura para escucharme. 

2021 el año del Kintsugi



En 2020 me rompí. Me rompí mentalmente y mi cuerpo físico también se rompió. A pesar de ‘la inteligencia emocional’ que suponía trabajada por ‘la eda’ y de mi experiencia en emergencias y atención humanitaria, la incertidumbre de marzo, abril y mayo - en particular en México; el ‘ambiente’ general en el que estaba moviéndome, tejiendo, buscando ayudar para ayudarme de alguna forma, terminó poniéndome en un espacio donde me rompí hacia adentro. Cuando ya decidí mudarme y llegamos por fin al Paraíso, en Julio mi cuerpo dijo aquí es el lugar para ‘explosionar’ y comencé a observarme y sentir como en medio de un entorno de cuidados mi cuerpo descargaba todo el estrés, la acumulación de ansiedad y el exceso de angustia con el que lo llené en el primer semestre. No sé si la fibromialgia me llevó a eso, o eso me llevo a la fibromialgia… pero me rompí. 

Este año será el año del Kintsugi.

"Cuando los japoneses reparan objetos rotos, enaltecen la zona dañada rellenando las grietas con oro. 

Ellos creen que cuando algo ha sufrido un daño y tiene una historia, se vuelve más hermoso. 

El arte tradicional japonés de la reparación de la cerámica rota con un adhesivo fuerte, rociado, luego, con polvo de oro, se llama Kintsugi. 

El resultado es que la cerámica no sólo queda reparada sino que es aún más fuerte que la original. En lugar de tratar de ocultar los defectos y grietas, estos se acentúan y celebran, ya que ahora se han convertido en la parte más fuerte de la pieza. 

Kintsukuroi es el término japonés que designa al arte de reparar con laca de oro o plata, entendiendo que el objeto es más bello por haber estado roto.

Llevemos esta imagen al terreno de lo humano, al mundo del contacto con los seres que amamos y que, a veces, lastimamos o nos lastiman.

¡Cuán importante resulta el enmendar! 

Cuánto, también, el entender que los vínculos lastimados y nuestro corazón maltrecho, pueden repararse con los hilos dorados del amor, y volverse más fuertes.

La idea es que cuando algo valioso se quiebra, una gran estrategia a seguir es no ocultar su fragilidad ni su imperfección, y repararlo con algo que haga las veces de oro: fortaleza, servicio, virtud... 

La prueba de la imperfección y la fragilidad, pero también de la resiliencia —la capacidad de recuperarse— son dignas de llevarse en alto" KINTSUGI - RESILIENCIA

Durante el 2020 hablé mucho de resiliencia y comencé a estudiarla de la mano de Giovanna y de la experiencia y conocimiento de Henry Peralta, sin embargo solo hasta durante estos últimos meses he entendido que el proceso va mucho más allá desde lo que está quebrado y más allá de la intención de regresar a ‘la normalidad’. 

“Saber valorar lo que se rompe en nosotros nos aporta una serenidad objetiva. Apreciémonos como somos: rotos y nuevos, únicos, irreemplazables, en permanente cambio.” Kintsugi, la belleza de las cicatrices de la vida.

El 2020 fue un año doloroso para muchas familias que perdieron a sus seres queridos; fue angustiante para muchas personas que no tuvieron formas de trabajo dignas que les permitiera un sustento aún quedándose en casa; fue la demostración de la fuerza y fortaleza de las personas del servicio médico que pusieron incluso su propia vida en servicio de la salud de quienes se infectaron por el coronavirus; fue un año de ansiedad para quienes tuvieron que cambiar sus hábitos, aislarse, estudiar y trabajar desde casa. 

Para mí, el 2020, fue parte de lo que describí antes, pero sobretodo, fue la certeza de que me rompí. 

“A veces, es el azar el que nos lleva al punto de ruptura; otras, somos nosotros mismos, con nuestras elevadas expectativas no cumplidas y la avidez de novedad, los que nos metemos en el hoyo.” 

Me metí en el hoyo en forma profunda, mi cabeza se congestionó y se volvió confusa, dejó de procesar a altas velocidades y mi multitasking decidió apagarse. Me vi y me supe débil, frágil, cansada… observé cómo no estaba a la altura de lo que se requería de mí, pero sobretodo como no estaba a la altura de lo que yo esperaba de mí, de lo que yo quería de mí. 

Hace unas semanas todo confluyó en saber que construiré el 2021 como el año del “Kintsugi”. Retomaré todos esos elementos maravillosos que me han traído hasta el lugar en el que estoy y que me han llevado a ser #laaraña que soy y los volveré a unir sin ocultar mi fragilidad e imperfección y juntarlos con el oro de mis telarañas afectivas, fortaleciéndome desde mi vocación de servicio y desde mis capacidades para ayudar a los procesos comunitarios, colaborativos, olas creativas y multiplicadoras. Desde 2008 me cambié la vida tejiéndome en mundos conectados y tengo la firme convicción de que en este 2021 nos necesitamos tejiéndonos en mundos afectivos, cariñosos y humanos, actuando desde la resiliencia creativa comunitaria que nos ayude a conformar comunidades y sociedades más felices, que se viven en el presente y se disfrutan más desde la esencia misma del compartir y no desde el afán de crecer económicamente y del poseer materialmente. 

Creo firmemente que de este 2020 saldrán muchos procesos que nos ayudarán a reparar un mundo roto. Soy una convencida de que construyendo desde lo comunitario podremos pensar en el decrecimiento como un escenario factible. Vernos más en el presente en la felicidad de vivir y compartir con las personas que nos rodean, de formarnos como seres más empáticos con el ambiente que nos soporta y ser parte de un ecosistema donde aportemos desde nuestras amplias capacidades. No podemos buscar una normalidad como la que hasta aquí nos trajo; tenemos las herramientas, las tecnologías, para llevarnos en un sentido permacultural y es hacia allí a donde siento que el año del ‘Kintsugi’ podrá llevarnos.

Dediquémonos a estudiar el Kintsukuroi, tomémonos el tiempo para construir el presente, vivamos un día a la vez, aprovechemos cada hora y cada minuto del día para ser felices, para respirar, para magnificarnos ante la naturaleza que aún insiste en protegernos y darnos lo mejor de ella. 

Abracemos árboles cada que podamos, caminemos descalzas/descalzos sobre la tierra, sobre el césped, sembremos, busquemos cultivar nuestros propios alimentos, procuremos reducir al máximo el consumo, reutilicemos y reciclemos y sobre todo construyamos con nuestras familias y nuestras comunidades ambientes afectivos que nos permitan ser felices, SER FELICES, SER FELICES. 

En honor a lo que vivimos este 2020 recordemos que lo más importante se encuentra en LA FELICIDAD que generamos en las personas que queremos y con las personas con las que recorremos el camino y en LA FELICIDAD que nos generan estas experiencias. 

FELIZ 2021

Seamos maestras y maestros del Kintsukuroi

Que nuestros Kintsugi nos recuerden nuestra fragilidad e imperfecciones pero sobre todo que ese oro de nuestras fortalezas, virtudes y vocación de servicio nos hagan lucir como los maravillosos seres humanos a los que estamos destinados ser. 




Mi nota de cierre del 2019: 2020, el año de la escucha
Mi nota de cierre del 2018: 2019 El año de la PALABRA y del PRESENTE
Mi nota de cierre del 2017: La PAZ comienza conmigo
Mi nota de cierre del 2015: 2016: A ser equipo
Mi nota de cierre del 2014: 2015: El año de #lacarrera
Mi nota de cierre del 2013: 2014: El Año del Compromiso
Mi nota de cierre del 2012: 2013: Año del aprendizaje
Mi nota de cierre del 2011: 2012 a conjugar el verbo CONSTRUIR
Mi nota de cierre del 2009: Sentido común: Mi deseo para el 2010
Mi nota de cierre del 2007: El año de la araña: Feliz 2008
Mi nota de cierre del 2006: Gracias por un maravilloso 2006

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